Este cajón de madera bellamente ilustrado con motivos de animales del mundo de la artista Sarah Betz despierta en los niños el amor por la música y el ritmo. El instrumento musical inspirado en la tradición peruana favorece el desarrollo de la motricidad fina, la coordinación y la percepción auditiva. Tocar el cajón ayuda a los niños a partir de 3 años a reconocer ritmos, fortalece la concentración y les lleva de forma natural a descubrir el mundo de los sonidos. El cajón emite sonidos hermosos y desarrolla una relación con la música, pero no es un instrumento musical profesional. El juguete no está perfectamente afinado, sirve principalmente para la diversión. Principales características: profundiza el amor por la música y el ritmodesarrolla la motricidad fina y la creatividaddiseño de Sarah Betzprocesamiento de calidad Sarah Betz creció en Alemania, pero ahora crea en Francia. Aquí fundó su propia marca „Little Cube“. Nunca pensó que podría convertir su pasión por el dibujo y la escritura en una exitosa carrera. Desde pequeña dibujaba y garabateaba por todas partes, desde los cuadernos escolares hasta las paredes de la habitación de los niños. Sus padres apoyaron su interés y disfrutó de muchos juegos imaginativos con ellos cuando era niña. Creció cerca del bosque, por lo que su obra se inspiró en la naturaleza desde pequeña. En sus paseos por el bosque recogía materiales naturales con los que luego hacía joyas, que también incorporaba a sus cuadros y libros. Tras estudiar diseño gráfico y de comunicación en Alemania y Suiza, se trasladó a Francia, donde aprendió el idioma y comenzó lentamente su carrera en el diseño. Fundó su propio estudio de ilustración „Little Cube“ en 2013.
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El fabricante Vilac puede presumir de una estrecha colaboración con la agencia ADEME, una organización gubernamental francesa que se ocupa de una amplia gama de actividades encaminadas a la protección del medio ambiente. La historia de esta agencia se remonta a los años 70, a la época de la crisis del petróleo. Colabora activamente con políticos, organizaciones públicas, el sector privado y los ciudadanos. Está detrás de recomendaciones, propuestas de procedimientos técnicos, metodológicos y financieros, estudios y campañas de sensibilización. Gracias a su larga trayectoria, ADEME es reconocida como un tercero de confianza que ofrece garantías de esfuerzo por un futuro sostenible. Al adquirir un producto de un fabricante que colabora con esta agencia, el cliente puede expresar su voluntad de preservar el medio ambiente a través de procedimientos estrictamente evaluados e innovaciones clave en todo el proceso de su creación.
Desde hace más de 100 años, la empresa VILAC cumple los sueños de los niños. La marca francesa VILAC, como buque insignia de la industria francesa para la fabricación de juguetes de madera, tiene su sede en el corazón de la cordillera del Jura, rodeada de montañas, lagos y bosques. VILAC fabrica juguetes de madera desde 1911 de la mano de la producción tradicional, las tendencias modernas, una economía adaptable y un énfasis en la ecología. Los juguetes se fabrican con madera procedente de bosques gestionados de forma sostenible, respetando la biodiversidad y con un gran énfasis en las tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Para el suministro de madera, VILAC prefiere rutas cortas. Utiliza maderas locales y se asegura de que se plante un nuevo árbol por cada árbol talado. Dado que hoy en día ya no podemos ignorar los desafíos de los problemas ecológicos, VILAC se ha comprometido a defender nuestro planeta. El río, después de todo, está formado por muchas pequeñas gotas. Por eso, VILAC continúa con sus actividades respetuosas con el medio ambiente.
VILAC también sigue los pasos de las antiguas fábricas de torneado que antaño dieron fama a la región: artesanos que tornean, alisan, pulen, barnizan y decoran la madera con cariño en su taller de la cordillera del Jura. Se utiliza haya, carpe, aliso o boj de los bosques franceses de los alrededores, esta madera garantiza la especificidad y la calidad de la producción. Hay tantas historias sobre estos artesanos que aman su oficio y que han conseguido transmitirlo. De hecho, no ha cambiado mucho en los últimos 110 años, y eso es bastante reconfortante. Los gestos son casi los mismos, el ruido de las máquinas, los sonidos del tallado y el barnizado de la madera crean la misma melodía. Y, sobre todo, en el taller todavía se huele el serrín de haya, que evoca recuerdos de antaño. Cuando la empresa no tiene los conocimientos técnicos necesarios para algunos juguetes en Francia, los fabrica en el extranjero, donde aplica los mismos requisitos











